Receta de gambas al ajillo

Receta de gambas al ajillo

¡Ha llegado el momento de deleitarnos con uno de los platos más emblemáticos y deliciosos de la cocina española: las gambas al ajillo!

A veces, nos encontramos con recetas que parecen desafiantes a primera vista, tal vez por la exquisitez de su sabor o la sofisticación de sus ingredientes, lo que puede generar cierta intimidación al pensar en su elaboración.

Sin embargo, las gambas al ajillo son un claro ejemplo de cómo la simplicidad y el sabor extraordinario pueden ir de la mano en la cocina. Este plato, que a veces parece reservado para expertos culinarios, es en realidad tan fácil de preparar como hacer una limonada en un día caluroso.

La esencia de las gambas al ajillo reside en el arte de combinar gambas frescas con aceite de oliva y ajo, creando una sinfonía de sabores que deleitará tus sentidos.

En nuestra receta, te mostraremos que esos temores infundados sobre la cocina son solo eso, temores sin fundamento. Si bien es ideal utilizar gambas frescas y prepararlas limpias, también puedes optar por gambas congeladas al ajillo, convenientes para cuando el tiempo apremia. Sin embargo, te aseguramos que la frescura de las gambas frescas realza notablemente el plato.

Un consejo importante: evita las gambas precocidas, ya que restarían la magia y la frescura que hacen de las gambas al ajillo una experiencia culinaria verdaderamente especial. ¡A disfrutar de este clásico de la gastronomía española en todo su esplendor!

Receta de gambas al ajillo
Gambas Al Ajillo: Comida Española

Receta De Gambas Al Ajillo

Para 2 personas

Dificultad: Media
Tiempo total: 20 m
Elaboración: 5 m
Cocción: 15 m

Ingredientes

Elaboración paso a paso

  1. Primero lo primero. ¿Qué tipo de gambas tienes? Si son frescas y enteras debes retirar cabeza, cola y patas, luego pelarlas y después extraerles el hilo negro fino que tienen en su parte inferior, ¡son los intestinos! Finalmente, lava con brevedad en un poco de agua. Si en cambio tienes gambas peladas, solo tendrás que lavarlas y listo. Mientras las dejas reposar en un escurridor, prepara el ajillo.
  2. Corta los ajos en láminas no muy finas, ni muy pequeñas. Rehógalas sobre el aceite bien caliente hasta que comiencen a dorarse ligeramente. Cuidado con, ugh, quemar las láminas, esto le daría un sabor amargo no deseado a este precioso platillo. Ah, y si te gusta el picante, opta por rehogar el ajo con una guindilla picada en trozos medianos también.
  3. Cuando veas los primeros indicios de dore en el ajo, tómalo como la señal esperada de que debes incorporar las gambas. Dóralas con entusiasmo en este aceite. Disfruta tanto como puedas este momento de aroma embelesante, porque solo deberá durar cinco minutos. No más. Si cocinas de más, endurecerás la tierna carne de las gambas.
  4. Añade una pizca de sal, revuelve, y enseguida derrama el vino sobre tus gambas ya teñidas en ajillo. Deja cocer a fuego alto un par de minutos más para que se evapore el alcohol.
  5. El toque final se lo das esparciendo un poco de perejil fresco sobre las gambas.
  6. Si se te antoja, también puedes agregarles un pellizco de pimienta. Revuelve bien y pásalas bien calientes, si es posible hirviendo, a una cazuela de barro. Pero, bah, si no tienes cazuela de barro no pasa nada, lo importante es que las sirvas bien calientes

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